jueves, abril 2

Estabas.

Triste, ausente, comiéndote el techo con la mirada, sin lágrimas cayendo por la orilla de tus ojos, sin nada, con las uñas aferradas a la sábana, con mi cuerpo cercano, preocupados por que el universe se contrae después de tantos millones de años replicando su explosión, concentrándonos en la incapacidad intrínseca del mundo para equilibrarse, en la inefable necesidad del destino, su insensatez, por estrellarse de cabeza contra las paredes, estallando y regando sus pensamientos sobre nuestra cara. Así estabas. Y yo, testigo de mil risas y tragedidas unísonas, no pude llorar por ti.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Desastres naturales, wow. Yo creo que sentiste triste mi poema por este escrito tuyo.
Bastante bonito
:)

Saludos.

Lord Edramagor dijo...

Las degracias se asoman a cada instante, mostrando su sonrisa burlona, dispuestas a clavar las uñas en el brazo que se deje. Por eso se busca la seguridad de la cercanía.
Un abrazo.