lunes, diciembre 18

Alguna vez...

El lugar me era familiar y a la vez, extraño. Como si después de tantos años me costara reconocer aquel mundo. Vi los muros de ladrillos y bloques metálicos que hacían de aquel lugar un espacio todavía más lúgubre.
Sin embargo, estaba completamente seguro de que sabía a donde dirigirme. Era como un déja vú. Caminé en línea recta hasta encontrar unas escaleras. En mi cabeza sonaba una melodía, como si sumado al ambiente que ya existía en aquel sitio, todavía tuviera que soportar aquella banda sonora repitiéndose en mis oídos para alterar mi concentración.
Subí las escaleras finalmente, antes de lo cual tuve que sortear un par de ostáculos. Me detuve un momento, vi del otro lado una puerta y sonreí. Todo era tan obvio. Tan obvio.
Recordé la última vez que me había encontrado en un lugar así. ¿Cuántos años tenía? Ocho, diez quizá. Aquellos primeros viajes se los debo a mi abuela materna, ella me dio la oportunidad y ahora, muchos años después, cuando debería dejar este tipo de aventuras para otros, me encuentro de nuevo sumergido.
Mientras me dirigía a la puerta encontré un camino de monedas. Sonreí de nuevo. Sabía lo que aquello significaba. Era como una ruta y yo debía seguirla cuidadosamente.
Luego de atravesar la puerta me quedaron un par de cuartos más qué visitar. Casi estaba sonriendo cuando atravesé el último pasillo y me encontré aquello.
Era justo como lo recordaba y sin embargo, diferente.
El puente de madera que comunicaba de un lado a otro de la habitación. El abismo abajo. El interruptor en el extremo opuesto del puente. El dragón mirándome fijamente mientras se abalanzaba.
Pasé bajo de él en su primer embestida. Una ráfaga de fuego se me acercaba a velocidad pero logré saltar sobre ella para luego lanzar con mis manos dos bolas de fuego que rebotando golpearon el vientre de aquella bestia. Parecía inmune. Ésto sí era diferente. Me dije que debía intentar algo nuevo. Espere un descuido y salté sobre su cabeza pero lo único que logré fue salir herido. Había una última opción. La más obvia, pero yo quería una victoria diferente.
El dragon había vuelto al otro extremo de la habitación así que esperé su nuevo ataque. Fue inteligente. Primero la ráfaga de fuego y luego el salto, como previendo mis intensiones. Sin embargo logré evadir la primera y escapar a él en su segundo esfuerzo, vano. Alcancé el interruptor justo antes de que sus fauces me atraparan. El puente se contrajo velozmente y él, aquel dragón, cayó irremediablemente al vacío.
Había logrado terminar el nivel.


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