Si te has preguntado de que color es un poema, yo diría que hay poemas de todos los colores. Algunos son rojos, otros son blancos, otros azules (como en Rubén Darío), pero también hay poemas negros.
Son negros como el carbón, como la profundidad de la noche, como el sueño más hondo, como el pensamiento más oculto. Negros como la piel de un negro, uno de lunas tatuadas en las uñas y de amaneceres dibujados en la sonrisa. Negros como la historia negra. Con almas negras pero luminosas.
Hay poemas negros, negros poemas, como los de Nicolás Guillén (1902 – 1989), poeta cubano. Su poesía es amorosa, su poesía es cáustica. Revolucionaria en todos los sentidos de la palabra. Apuntala. Carcome. Marea.
Recién lo exploro y pierdo el equilibrio para caer de cabeza a sus poemas. Como una inyección pura de humanidad.
He escogido un par de sus poemas, pero su bibliografía es extensa y rica. Ojalá un día te animes a perderte en la negrura de sus letras.
Son negros como el carbón, como la profundidad de la noche, como el sueño más hondo, como el pensamiento más oculto. Negros como la piel de un negro, uno de lunas tatuadas en las uñas y de amaneceres dibujados en la sonrisa. Negros como la historia negra. Con almas negras pero luminosas.
Hay poemas negros, negros poemas, como los de Nicolás Guillén (1902 – 1989), poeta cubano. Su poesía es amorosa, su poesía es cáustica. Revolucionaria en todos los sentidos de la palabra. Apuntala. Carcome. Marea.
Recién lo exploro y pierdo el equilibrio para caer de cabeza a sus poemas. Como una inyección pura de humanidad.
He escogido un par de sus poemas, pero su bibliografía es extensa y rica. Ojalá un día te animes a perderte en la negrura de sus letras.
UN POEMA DE AMOR
No sé. Lo ignoro.
Desconozco todo el tiempo que anduve
sin encontrarla nuevamente.
¿Tal vez un siglo? Acaso.
Acaso un poco menos: noventa y nueve años.
¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma
un tiempo enorme, enorme, enorme.
Al fin como una rosa súbita,
repentina campánula temblando,
la noticia.
Saber de pronto
que iba a verla otra vez, que la tendría
cerca, tangible, real, como en los sueños.
¡Qué trueno sordo
rodándome en las venas,
estallando allá arriba
bajo mi sangre, en una
nocturna tempestad!
¿Y el hallazgo, en seguida? ¿Y la manera
que nadie comprendiera
que ésa es nuestra propia manera?
Un roce apenas, un contacto eléctrico,
un apretón conspirativo, una mirada,
un palpitar del corazón
gritando, aullando con silenciosa voz.
Después
( Ya lo sabéis desde los quince años )
ese aletear de las palabras presas,
palabras de ojos bajos,
penitenciales,
entre testigos enemigos,
todavía
un amor de "lo amo"
de "usted", de "bien quisiera,
pero es imposible..." De "no podemos,
no, piénselo usted mejor...."
Es un amor así,
es un amor de abismo en primavera,
cortés, cordial, feliz, fatal.
La despedida, luego,
genérica,
en el turbión de los amigos.
Verla partir y amarla como nunca;
seguirla con los ojos,
y ya sin ojos seguir viéndola lejos,
allá lejos, y aún seguirla
más lejos todavía,
hecha de noche,
de mordedura, beso, insomnio,
veneno, éxtasis, convulsión,
suspiro, sangre, muerte...
Hecha
de esa sustancia conocida
con que amasamos una estrella
DE QUÉ CALLADA MANERA...
¡De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera !
¡Yo, muriendo!
Y de que modo sutil
me derramo en la camisa
todas las flores de abril
¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
¡No soy tanto!
En cambio, ¡Qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!
De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera
¡Yo, muriendo!
Pie de Foto: Nicolás Guillén y Pablo Neruda.
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