miércoles, mayo 30

Obsesion-iosis

1.- La lluvia es tan intensa que los limpiaparabrisas son casi inútiles. La calle está encharcada y los autos se mueven lentamente intentando avanzar. No importa qué, ir de una esquina a la siguiente toma un tiempo excesivo y dentro del auto, los cristales empiezan a empañarse y se hace difícil medir la distancia con el auto siguiente, con el que está a un costado, con el que viene atrás. Fumar no es opción para pasar el tiempo, las ventanillas están cerradas para evitar que el viento meta la lluvia al auto, así que para hacer más pasadero el rato, subo el volumen al autoestéreo.
2.- En el asiento del copiloto he dejado el volumen recién comprado. Conduje durante toda la tarde de librería en librería, de quiosco en quiosco, hasta encontrarlo, pero debo esperar hasta llegar a casa para iniciar la lectura. ¿Quién diría que iba a ser tan complicado hallarlo?
3.- Aunque conduzca lento, el intentar detener el auto cuando se ha puesto en marcha resulta difícil y requiere un mayor cálculo que en condiciones normales. Los neumáticos patinan varios decímetros cuando se ha ganado velocidad y no imagino como otros conductores elevan el velocímetro hasta el 60 cuando la avenida está completamente inundada. Temo por que el auto se detenga, ahogado por la lluvia, pero trato de mantenerme atento a cualquier cambio del motor, revolucionándolo un poco más de la cuenta para mantener la marcha aunque la velocidad sea baja. Talvez no sirva de nada pero me deja más traquilo.
4.- Después de casi una hora, sólo he avanzado unas cuantas calles y el indicador de gasolina ha bajado bastante; al menos el ventilador del motor está funcionando correctamente y la temperatura es constante. Quizá debería ponerme a leer desde aquí, paso minutos enteros estacionado.
5.- Acerco la mano al volumen impreso aún en su bolsa de origen, lo acaricio para cerciorarme que sigue ahí mientras el auto se mueve unos metros a través del agua que llena la calle. El semáforo nos hace detenernos a todos.
6.- La gasolina se sigue consumiendo. Quise orillarme en la avenida para estacionarme y esperar que pasara la lluvia, pero es inútil, hay tres filas de autos en donde sólo deberían ser dos, hay vehículos atravesados en contra sentido en otras partes, las esquinas son un caos, todos quieren ir en la misma dirección. Parece que estaremos aquí toda la vida.
7.- El sol cayó prematuramente o al menos, esa es la ilusión que causa el cielo completamente cubierto de nubes oscuras, como anunciando que la lluvia no se detendrá jamás. Me he decidido y enciendo el cigarrillo, abro el volumen del texto y acaricio la portada impresa en mate, recorro las primeras hojas durante todo el tiempo del semáforo.
8.- La luz verde me anima a avanzar, dejo el libro a un lado y fuerzo la marcha a través de la corriente que baja por la calle. Mientras avanzo, desempaño el cristal de la ventanilla. Las luces de un auto bajando por la calle llegan a mis ojos. Ya es de noche. El auto sigue bajando sin detenerse. Seguramente aceleró demasiado y ahora sus neumáticos no encuentran el pavimento para adherirse y detenerse. Tengo tiempo para acelerar un poco y logro alejarme, pero el auto detrás mío no tiene tanta suerte y el ruido del impacto se sobrepone a la lluvia.
9.- Me he alejado un par de calles del accidente. Sonrío para mí. La fila interminable de autos ha quedado atrás y hay un hueco. Allá nadie avanza, aquí donde estoy yo, la lluvia sigue. Echo un ojo al libro, sigue ahí, seco a pesar de la naturaleza que se precipita afuera. Sonrío. Para mí. ¿Quién más hubiera salido a recorrer la ciudad en plena tormenta todo un día para comprar una historieta?

1 comentarios:

Anónimo dijo...

FELICIDADES... ME DA GUSTO QUE TE ESTES RECUPERANDO Y ESCRIBAS, AUNQUE LO HACES COMO ANIME PERO ME GUSTA, ES BUENO (PARA MI) QUE DEJARAS LOS SUEÑOS LUCIDOS Y ENTRES EN NUEVOS DISCURSOS... xxxXXXXXxxXOOxXX X xxx x x x xx x