Gracias.

Gracias a todos. Gracias por todo.
Por los mensajes madrugadores.
Por las llamadas.
Por los abrazos.
Por los correos.
Por las mañanitas y los japiverdeis.
Por acordarse.
Por recordarme que estoy rodeado de tanta gente que es mi gente.
Gracias por ser ustedes conmigo. De veras, gracias.
Hicieron de mi lunes, ese día en el que siempre llovía, en el que todo daba vueltas, una fecha de recuerdo.
Gracias.
Y a ti, méndiga flaca perversa, las más grandes gracias por acompañarme en un año más. ¡Te amo!