lunes, enero 19

El tiempo es un niño corriendo con un cuchillo.

Entre pasillos atestados de gente.
Soñando con el campo abierto.
A toda velocidad, riéndose a carcajadas
mientras intentamos
-vaya estupidez-
hacernos a un lado.
Nos hiere los brazos con los que apresamos.
Nos corta los dedos con los que invadimos.
Nos desfigura con su sonrisa sin pausa.
Corre, por ahí, cuchillo en mano,
ese niño traviezo y atrevido
que a veces, solo por diversión,
en un día que parece común y corriente,
corta las costuras de la ropa y nos deja desnudos
en el momento que ha inventado como el indicado.
El tiempo es un niño corriendo
con un cuchillo en la mano.

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