miércoles, abril 15

Hecatombe.

Y vi ciudades en ruinas, arrasadas por las manos que, impotentes, intentaron edificarlas y que en sus vanos esfuerzos las echaron abajo. Los muros que la rodeaban tenían piedra labrada con huellas de lo que un día fueron bellas figuras talladas y del otro lado se podía percibir aún la fortaleza con que habían sido establecidas las uniones, pero incluso en los puntos que debían ser más resistentes, la roca se había resquebrajado y tanto pilares como cimientos se hallaban quebrantados.
Los palacios y los edificios de comercio estaban abandonados y sus ventanas parecían como cuencas de ojos que habían sido abandonados por el órgano de la visión. De algunas puertas emergían murciélagos, serpientes, insectos y demás alimañas que se refugiaban en las oscuridades interiores y si uno se atrevía a trasponer los umbrales, podían encontrarse los restos de la civilización que había habitado.
Ciudad tras ciudad y muro tras muro visitado era un desastre sin remedio.
Vi calles atravesadas por cuarteaduras y aberturas en la piedra que devoraron a quienes huían.
Y entonces, sonó detrás de la montaña el segundo estruendo. La nube nuclear se elevó ante mis ojos y la ráfaga, el efecto en cadena, meció mis cabellos en el momento en que el impacto alcanzó el promontorio desde el que contemplaba la devastación.
Un niño se acercó a mi lado, lucía las ropas roídas y sucias, la boca carecía de la mitad de la dentadura y su mirada estaba turbada por las imágenes de la ruina. Pero habló claramente diciendo estas palabras:
-Esto es lo que ocurrirá con cada ciudad y fortaleza, con cada gobierno y sociedad, con cada mujer y hombre, con cada familia y gobierno, con cada empresa y proyecto, con cada sueño y pesadilla, con cada ilusión y desencanto, con cada amor y decepción: caerán uno a uno los sueños de las manos que los crearon, como cartas de una baraja marcada para perder, y nadie podrá evitarlo. Porque los artífices estuvieron corruptos desde el principio y su destino era que cada cosa que construyeran o naciera de sus corazones, pereciera y se degradara. Y todavía hay más, pues lo que ves es sólo el principio.
"Los hombres y las mujeres volverán de sus refugios bajo tierra y verán la hecatombe y querrán reconstruir lo derruído. Tomarán la piedra rota y la fraccionarán hasta obtener las trazas, la mezclarán con agua y la colmarán de aire y sueños, entonces edificarán nuevas ciudades pero cometerán el mismo error. Y el mundo se replicará a sí mismo hasta volver a caer una vez más. Y esto llevará 10 mil años".
- ¿Y qué más pasará? -le pregunté al niño.
- Pasará que olvidarán este desastre, lo enterrarán en lo profundo de sus corazones y eso los llevará a cometer el mismo error incansablemente. Crearán dioses que volarán entre las ondas del sonido y de la imagen, abrirán el arcón de sus sueños rotos sólo para tropezar de nuevo, incansablemente, vivirán 2 mil seiscientas noventa y tres generaciones estos hechos antes de que la primera explosión empiece a arrasar de nuevo la superficie, ese será el tiempo. La primera caerá en medio del mayor gobierno y la segunda en el último, y el abrazo del fuego lo recorrerá todo. Los hombres llevarán a sus mujeres bajo tierra y los niños veremos el espectáculo de la devastación. Pero no podremos contárselo a nadie por que nadie nos escucharía. Eso es lo que pasará.
Y vi al niño caminar hasta un árbol muerto que alzaba sus ramas hacia el cielo negro. Entonces lloré, lloré como ése debió haber llorado. Pero nada pasó.

2 comentarios:

luis daniel pulido dijo...

Pero ojalá encuentre a Wall-E con su Eva...digo

Un abrazo

Lord Edramagor dijo...

Awwww si ciertooooo!!!
Un abrazo!