miércoles, abril 22

La carta y la puerta.

Vio la puerta con cierta extrañeza. ¿Hacía cuanto que la había visto por última vez? ¿Qué hizo en ese entonces? No lo recordaba, había muchas cosas que no recordaba de ese tiempo, como si hubieran quedado realmente demasiado atrás para alcanzarlas con la vista. Todos los recuerdos se los había devuelto aquella carta entregada de manos del trabajador del servicio postal, justo una mañana cuando salía al trabajo.
No la abrió de inmediato, llevaba prisa. El sobre se mantuvo cerrado casi todo el día. Fue sólo hasta la noche cuando, apenas se habían disuelto de su mente los pensamientos de la jornada cuando recordó la carta. La había dejado en algún sitio entre sus papeles del día, así que tuvo que volver a sacar del portafolios las cosas en las que ya no quería pensar.
Ahí estaba de nuevo el sobre amarillo con el matasellos en una esquina, unas letras ilegibles -¿Cómo habían dado con su dirección? Destino, quizá- y la ausencia de remitente en la esquina superior izquierda. No era del todo extraño que alguien enviara una carta y olvidara ponerle nombre, a cualquiera le puede pasar, relexionó por unos momentos.
Cuando rompió el sobre y desdobló la hoja de papel descubrió que, a diferencia de la escritura con que fue grabado el destinatario, las letras de la misiva estaban trazadas con una delicada caligrafía. Parecía la letra de una mujer, o eso intuyó en un primer momento, aunque conforme fue pasando los ojos de palabra en palabra, de línea en línea y de párrafo a párrafo, dejó de pensar en eso y concluyó el escrito sin tener una idea de quién pudo enviarle aquello.
Lo único cierto era que los recuerdos se le agolparon, taladrándole desde el interior de la cabeza, como si hubieran estado esperando todos estos años por alguien -o algo, una carta en este caso- que los reviviera y los invitara a salir, desbocarse por sus ojos, orejas, por su boca. Ahora estaban fuera de control y pugnaban por hacerse valer. Lo empujaban de nuevo hacia aquella puerta que había olvidado.
Cuando por fin la tuvo frente a sí, no dejaba de parecerle a la vez remota, extraña, familiar y cercana. Una mezcla de ideas en su cabeza, que por un lado se negaban a atravesarla y por el otro le exigían, casi a gritos, que lo hiciera. ¿Qué determinación tomar finalmente?
Después de todo, no había tocado ni girado el picaporte. Bien podría dar la vuelta sobre sus talones e irse de ahí. Aunque, era seguro, los recuerdos que habían revivido con la carta lo perseguirían por días, quizá años, como habían hecho la última ocasión. En todo caso, no hacía ninguna diferencia huír o quedarse. Quizá fuera por ello que la decisión resultaba más difícil de tomar. Pero había de tomar una, eso era seguro.
Pensó entonces que, si ya había llegado hasta la puerta, lo mejor era atravesarla. Alcanzó con la mano derecha el picaporte, descubrió que no había seguro que impidiera el paso y entró a la habitación que le esperaba del otro lado. Ahí estaba el autor -¿o autora?- de la carta, esperándole con una expresión que, desde un punto parecía una sonrisa, pero que cuando avanzó más, no supo identificar.
Después de todo, era el rostro de un ángel -¿o de un demonio? No podía saberlo- y empuñaba en la mano derecha la daga. Él por su parte, dijo las palabras que había pronunciado por última vez y ante su mano apareció su arma favorita. Suspiró mientras la sostenía con la derecha, al tiempo que con la izquierda se ajustaba los lentes sobre la nariz.
- Está bien, peleemos de nuevo.

3 comentarios:

luis daniel pulido dijo...

Fight...

tuiii tu tu tu tuiiiii

Fight...

tuiii tu tu tu tuiii

Fight...

Game Over...

Je,

Saludos al Señor de los Raids

Lord Edramagor dijo...

Fue un combate épico.
Pero no sabemos quién ganó.
Un abrazo, camarada.
Wiiiii.

Calixta dijo...

Por qué seguimos dándole vueltas a las decisones?, por fallidas? seguro, porque las otras las festejamos. Seguimos midiendo el suelo que pisamos por el miedo a verlo convertirse en fango, O quizas simplemente estamos obligados a pensar que los tiempos mejores vendran y mientras nos sentamos a esperar.
Bienvenida sea la batalla, tomemos las armas necesarias.
One.
Two.
Fight.