jueves, mayo 14

Avatares.

Meditaban, cada uno sentado sobre una roca, sin ver hacia nada en particular. Guardando silencio como lo habían venido haciendo desde hacía varios años. A veces, les llamaba la atención la forma en que un rayo de luz de sol lograba colarse entre el entramado de nubes negras e iluminaba una piedra proyectando una caprichosa sombra. Otras, descubrían un insecto de forma extraña merodeando aquí o allá y dedicaban su atención al movimiento aleatorio de las patas hasta que moría. Otras más, uno miraba la orilla de un charco creado por la pertinaz llovizna mientras el otro cerraba los ojos para autocontemplarse.
No se sabe quién de los dos habló primero y se decidió a romper el silencio, pero en algún momento de la plática las cosas sucedieron de la siguiente manera.
- ...ha pasado mucho tiempo, no creo que funcione.
- Y sin embargo, si funciona, sería divertido. Podríamos variar la rutina. ¿No lo crees?
Elion miró sobre su hombro hasta que alcanzó con la mirada a Fanir.
- ¿Dónde estará Gendar?
- Quízá sentado en alguna roca mirando un rayo de luz caer sobre otra roca.
Elion pensó en la respuesta de Fanir por un instante.
- Deberíamos buscarlo.
- Deberíamos, pero se sabe bien que sólo pueden encontrarse dos avatares y estos, a su vez, no deben hallar a un tercero. O de lo contrario...
- Sí, sí, ya sé. Entonces, ¿qué debemos hacer?
- Empezar nosotros, claro está.
Elion volvió a meditar las palabras de Fanir. El cabello de ella caía sobre su espalda desnuda, si hubiera un poco de luz del sol también vería cómo la mata rubia reflejaba los rayos y podría apreciar mejor la blancura de la piel.
- Los otros se darán cuenta de lo que hemos hecho.
- De eso se trata -replicó Fanir y por primera vez volteó hacia Elion. Era la primera vez que se veían a los ojos en, quizá, unos cien años. Elion no tenía manera de saberlo. Quizá hubiera sido Fanir la que iniciar la plática, aunque eso, Elion solo lo volvió a meditar mucho tiempo después, cuando ella no estaba más a su lado-. Será divertido. Ya lo verás.
Elion suspiró, meditando una vez más la propuesta de Fanir. Pensó en el tiempo, la manera en que afectaba las cosas. Y en la materia y la sutil forma en que odificaba el tiempo. Eran como él y ella, como ellos.
- Habrá avatares que nos odien y otros que nos admiren. Vendrán contra nuestra o a unírsenos. Enviarán a los suyos porque no podemos encontrarnos, o de lo contrario...
- Lo importante es que pase algo. Me he cansado de este deambular por el universo.
- Yo también.
Esta vez, Fanir meditó en las últimas palabras de Elion y empezó a levantarse de la piedra cuando comprendió que la decisión estaba tomada.
Lloviznaba, y el agua había formado algunos charcos. Uno de los pies de Fanir dejó una huella en el lodo mientras se acercaba a Elion. Hacía tanto que no estaban tan cerca.
- ¿Por qué estamos aquí, Fanir?
- No lo sé. Y ellos también se lo preguntarán, cuando se encuentren en nuestra posición.
- Es cierto.
Elion y Fanir se abrazaron. Él recordaba perfectamente la textura de la piel, el olor de su aliento. Deseó entonces luz, y las nubes negras se abrieron para dejar pasar la energía del sol. Fanir a su vez, anheló un lecho y la tierra oscurecida por las guerras destiló los químicos, desapareciéndolos, y brotó la hierba.
Mientras descansaban, sobre la verde pradera, Fanir preguntó:
- ¿Ya habrá notado Gendar lo que hemos hecho?
- Seguramente. Harcus debe estar ya intentando convencerla.
- Seguramente.
- ¿Y ahora?
- ¿Ahora? A jugar, claro está.
Y se acercaron al recién nacido manantial para tomar un poco de tierra y empezar a formar figuras de lodo para insuflarles vida.

2 comentarios:

Búho dijo...

Curioso: somos víctimas de dioses, frágiles, temperamentales... (8)

Lord Edramagor dijo...

Es eso.... o.... algo más :)
Saludos!!!!!