jueves, junio 4

Murió Bill.

Recuerdo la primera vez que vi en pantalla a David Carradine. Yo tendría unos 12 años, la edad de la punzada, y fue un 
capítulo de Kung-Fu "La Leyenda Continúa". Nada sabía sobre la serie previa, nada 
sabía sobre sus películas del viejo oeste, nada supe de él después de eso salvo un par de apariciones espec
iales en series de TV y películas. Hasta que volví a verlo en Kill Bill Vol.2. 
Unas cuantas escenas y "
boom". Ahí estaba, el mismo de siempre, David Carradine. Quizá nunca supo kung-fu o cómo acertar la bala en e
l pecho de su contrario. Pero de que era un chingón, era un chingón.
RIP.
MEXICO, D.F., junio 4 (EL UNIVERSAL).- Ahora que ha muerto, esta frase de David Carradine (publicada en 2003): “Incluso cuando llega la muerte, te queda el honor”, adquiere múltiples significados y se presta a la especulación. La policía supone que el actor se suicidó en su habitación de hotel en Bangkock donde lo encontraron ahorcado dentro de un armario y desnudo. 
El suicidio (practicado como seppuku) representa el honor de morir por propia decisión en la tradición del samurai japonés. Carradine se había convertido desde mediados de los 90 en un estudioso y practicante de las filosofías orientales, sus códigos de honor, justicia, ética. 
Incluso publicó el libro “Espíritu del Shaolin” sobre las enseñanzas del kung fu y en las entrevistas era usual que soltara frases que hacían verlo como un monje budista: “Siempre hay una tercera vía, y no es una combinación de las otras dos vías. Es una vía diferente”. 
Curiosamente, este afán oriental añade un elemento de desconcierto a su muerte, ya que según sus amigos siempre manifestó “energía y ganas de vivir”. Chuck Binder, su representante, declaró ayer a Fox: “Estaba lleno de vida, siempre queriendo trabajar...era una gran persona”. 
No tenía, aparentemente, razón para suicidarse. El mismo Carradine reflexionaba así sobre la longevidad de su carrera: “Yo he tenido fe absoluta en mi futuro aun cuando estaba en Nueva York y nadie creía en mí además de mi novia. Sería un estúpido si perdiera la fe después de haber sido un íconoy, por otra parte, amo trabajar”. 
En efecto, su portafolios de proyectos contemplaba siete películas en posproducción y una más en preproducción. Y por cierto, la próxima semana se transmite por Fox lo que se convertirá en su última actuación en un serie de televisión: interpreta en “Mental” a Gideon Graham. 
Carradine tenía 72 años y estaba en Tailandia filmando la película “Stretch”, dirigida por el francés Charles de Meauxde. Nació en Hollywood pero estuvo dos años en el ejército antes de descubrir su gusto por la actuación al integrarse a la Compañía de Repertorio de Shakespeare. 
Tuvo que viajar a Nueva York para comenzar su carrera de actor: debutó en Broadway con la obra “The deputy”. Se hizo de cierto renombre en el ambiente teatral y luego cruzó Estados Unidos de regreso a Hollywood para intentar una carrera en televisión. Su primer protagónico en la pantalla fue en “Shane”, donde interpretaba a un pistolero que se afana en defender a una viuda y educar a su pequeño hijo Joey. 
En 1972 fue contratado para interpretar a Kwai Chang Caine, un joven monje shaolín que debe aprender a ejecutar la tenacidad del tigre, la gracia de la grulla y la habilidad del dragón para montar el viento. La serie se llamó “Kung Fu” y fue un éxito durante cuatro años en los que se mostraron las aventuras de este monje que huye por los vastos territorios de Estados Unidos luego de haber asesinado al sobrino del Emperador en China. 
La serie se convirtió en programa de culto; sin embargo, luego de ser cancelada en 1975, la carrera de Carradine tornó hacia el anonimato: en los próximos 15 años protagonizaría unas 20 películas de serie B casi siempre ambientadas en el viejo oeste. Sus seguidores lo recuerdan por ejemplo en aquella “Nowhere to run”, situada en el Texas rural de mediados del siglo XX o Animal protector en la que interpretaba a un coronel justiciero. 
Su carrera incluso tuvo un paso por México donde dos películas. La primera fue “Escuadrón pantera”, en la que compartía créditos con Hugo Stiglitz y Kenia Gazcón. Carradine era un hombre que trataba de rescatar a su familia de una banda de narcotráficantes a punto de bombazos. 
La segunda fue “Corredores de drogas” (estrenada en Estados Unidos como Crime of crimes) que contaba la historia de una familia que vive una pesadilla luego de que el padre fuera arrestado por distribuir drogas. 
Ninguna de estas cintas tuvo algún impacto masivo. A la par, la vida de Carradine torció hacia los excesos: en 1989 fue arrestado por conducir en estado de ebriedad y fue sentenciado a 48 horas de servicio comunitario en una cárcel de Los Ángeles. 
En 1993 su carrera se reactivó con una segunda versión de “Kung Fu” llamada ahora “La leyenda continúa”. 
El comienzo del siglo XXI fue prometedor para Carradine porque el fetichismo ideático de Quentin Tarantino lo llevó a contratarlo para el filme “Kill Bill”. 
Finalmente, viajó a Tailandia para rodar “Stretch”. La noche del martes, sus compañeros de elenco se extrañaron de que no asistiera a la cena. Al otro día, a las 10 de la mañana, el productor fue a buscarlo. Lo encontró en el armario, ahorcado con la cuerda de los cortineros y desnudo.