Recibí un email.
Por descontado puedo decir que no lo esperaba y, sin embargo, llegó.
Tampoco es que lo necesitara, pero me animó mucho leerlo.
Resulta increíblemente interesante cómo algunas palabras de aliento aplacan las tormentas personales, las divagaciones en las que uno consume el tiempo.
Tampoco habría motivo para escribir esta entrada, pero aquí está.
El caso es este: la resistencia existe.
Tengo a un niño que espera el momento en que lo dejen salir a correr, jugar, rasparse las rodillas. En lugar de eso, lo tienen encerrado, como si mereciera algún castigo. Yo intento consolarlo pero supongo no lo hago del todo bien. Le digo que descanse porque necesitará fuerzas una vez se abran las puertas.
Por otra parte, un monstruo, pequeño e incluso algo tímido asoma su cabeza redonda. Me mira con recelo, pues sabe que las ventanas que abrá de atravesar son producto de un disparate mío, una idea malograda, casi un capricho. Pero sonríe. El también es un niño, después de todo. Y quiere salir a jugar.
Gracias a quienes dieron sus ojos y tiempo. A los ánimos y las preguntas curiosas. A los regaños y reproches que exigen escuchar la voz del monstruo.
Pronto la escucharemos todos.
Nos espera el inicio de una larga jornada.
P.D. No me pregunten por qué escribí una entrada tan personal aquí. Yo tampoco lo sé.
1 comentarios:
La resistencia existe, claro, y ellos, pequeños desintegraditos, saben el valor de esa frase, más que tú y yo y toda esa bola de pitufos que escuchamos diario, créeme.
Qué difícil ser padre, pero qué chulada de niños das ;) (juar, juar)
Mua, un beso y abrazo, ánimo :D
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