martes, febrero 2

Fiesta...



Me encantaría que participaras de esta ronda -que lanzaras los vasos contra las paredes y pusieras las botellas a volar (y eso sería como conjurar estrellas bajo el techo, sería tanto como invocar diluvios para los parias) y aplaudieras- hacer una fiesta -bailar, pues, hasta enloquecer- y cantar en un idioma inventado (para eso se necesitaría ser gemelos) o dar vueltas hasta caer mareados -el horizonte se movería del sitio al que está destinado y eso podría causarnos mucha risa (también se nos descompondrían los sentidos) pero al fin y al cabo todo es una fiesta- así pues sería la risa -las carcajadas son los vasos que hemos de romper contra la cabeza- la comida correría como ríos (todos tenemos permiso para la gula, los pecados de máxima autoría nos vienen bien) y ríos serían también la cerveza, o el vino, o lo que sea -es tan adecuada la embriaguez en estos momentos (también se da que el exceso de festín provoca llanto, pero estamos preparados para ello [el llanto provoca guerras y a las guerras estamos ya enlistados], siempre lo estamos) en ella podríamos hallar pretextos o soluciones a enigmas taciturnos- pero lo mejor de todo sería cantar, cantar, cantar hasta desmayarnos. Cantar y bailar como duendes poseídos. Eso nos haría tan felices. Estoy seguro.

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