lunes, octubre 11

El éxtasis del oro.

Lo veremos brillar.
(Y veremos también muchas otras cosas
-que reflejo es, también, clarividencia-
y de ellas daremos testimonio).
Al final, no vamos a dejar nada atrás,
ni planes rotos
-sólo inconclusos, para eso está el tiempo
[del que siempre hay más que vida]
y su rostro mitad sonriente y mitad enfurruñado-
ni recuerdos
-esos los llevamos a cuestas-
y sí, inudablemente,
cargaremos con historias
-o tejeremos las nuevas-
para poder ver con nuestro rostro
-que siempre tiene una sonrisa que, por criminal,
es la absolutamente verdadera-
al tiempo
(también, absoluto él, con sus artificios cuánticos,
comprensibles sólo para nosotros).

Estaremos dispuestos, ni duda cabe,
a darle vuelta a todas las páginas venideras
y escribir esa historia jamás contada.
(Somos presuntuosos, he ahí nuestra mayor virtud)
Hemos de seguir violando las reglas
para gusto, siempre,
de nosotros mismos.

Veremos brillar al oro
y su promesa.
Todo nos espera.

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