martes, febrero 23

Postal de una ciudad en llamas



Estoy esperando el momento en que empezaremos a arder.
No creo que sobrevivamos a las bugambilias
que se sostienen en las ramas, aún.
Apenas hemos salido librados esa vez
para irnos con las mejores opciones de la depravación.
En cambio, sobre la ciudad atardece
y el aura febril cubre igual a santos y demonios
que siguen batallando.
Tú también has sido una tarde ardiente,
la idea de un vestido de manta que no he comprado
y se te vería tan bien
mientras conjuras el desastre.
(En esta ciudad cercada por sus llamas
vos podrías caminar como una lengua de agua
disolviendo el nácar.)
La vida como esa pausa antes del fin del mundo
viendo películas ante un televisor viejo.
Y las brasas de las que no puede escaparse,
la plácida y ardiente certeza.
Nosotros también atardecemos
y nos volvemos sequía,
labios quebrados que esperan el agua
para florecer.
Apunto al cielo
como un árbol acusador mientras espera el fuego.
Te entrego la última bugambilia como un beso.

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