Como algunos saben (y otros no, pero ya sepan), Valeria Valencia Salinas (amiga y camarada) era editora de la sección Cultura de El Heraldo, donde algunas de las "serendipias y onomatopeyas" salieron a la luz. Valita, como le decimos, se animó a hacer la talacha de edificar y mantener en vigencia una sección que poco a poco adquirió un nombre entre los medios. En mis palabras, yo diría que cuando se habla de la Sección Cultura de un periódico, no se puede hablar de otra sección y otro periódico que la que editaba Valita-Valita en El Heraldo.
El ejercicio que promovió en ese espacio dio, además de los frutos diarios, otros que se convirtieron poco a poco en elementos característicos de la sección. Desde las "Sirenas y Ondinas" de Nadia Villafuerte hasta los poemas de Luis Daniel Pulido. Valita -aunque ella misma no lo reconoce- formó una pequeña banda de forajidos a los que denominó colaboradores, quienes periódicamente (a veces no tan puntualmente) le enviábamos nuestro humilde material.
Podría decir mucho de Valita-Valita sólo refiriéndome a su trabajo en El Heraldo. El motivo de esta entrada hoy es su retiro (teeeemporal, teeeemporal) de la prensa. Para ello, Valita se tomó la molestia de enviarnos un mail que me permito reproducir para el resto de la banda que se acerca a leer las Serendipias.
Valita, Éxito con el nuevo proyecto, sin duda, el más importante al que alguien puede dedicarse en la vida. Un abrazo solidario. Te vamos a extrañar en el periódico, pero seguimos en contacto para todo lo demás, que falta lo que falta.
Cartica de un adiòs con olor a “hasta pronto”
¿Y por qué amable? Porque es pretexto para recordar que este ensamble tripartita (medio, pùblico, hacedores) ha demostrado a lo largo de tres años 7 meses que la muñeca fea del periodismo (sí, la cultura) tambièn se lee en Chiapas,y la leen desde estudiantes hasta empresarios y la reconocen y la comentan y hasta escriben para mandar sus colaboraciones. Es decir, con este arriesgado, a veces inoportuno dale que dale, nos dimos cuenta que sì hay gente en busca de una isla cuando abre un periodico y se puede derribar aquel viejo lema azcarregano de no dar cultura al pueblo, porque “no la entiende, no le gusta” (palabras màs o menos).
Y tambièn se demostrò que hay gente excepcional (léase Ricardo Ortega Camberos) que apostó a fundar una secciòn cultural en un estado con escasos alfabetos y màs escasos fans de la lectura. De paso, sirvió para mostrar la buena cantidad de gente con ganas de hacer de las pàginas de un peridico un mar abierto asido a la imaginación y a la libertad aunque algunas veces nos topàramos con que èsta no es màs que una paloma herida.
Pero todo esto fue talacha de ustedes, señores y señoras colaborador@s. Y no, no me desgarro las vestiduras pa vestirme de falsa modestia, se los aseguro, sòlo aplico la consigna al cèsar lo que es del cèsar... porque dar su tiempo sin recibir a cambio nada màs que un lejano y aislado: “te leí, què bonito escribes” (o pintas, o fotografìas), es para agradecerse eternamente.
¿Què puedo yo decirles? Solamente que hago votos porque el trabajoen este espacio, sea el inicio para valorar la labor de artistas, escritores y promotores culturales y no ser vista màs como oficio altruista. Sé que el camino es aún largo y profundo y sòlo personas como ustedes lo pueden lograr. Pero sobre todo, les diría que la secciòn es una playa que necesita de su humedad para seguir siempre fértil. Síganla haciendo suya.
Y a todo este rosario de adioses y agradecimientos, se preguntaràn por què el desembarque de esta marinera?. Me voy , como dijera un afecto, a constuir mi propia secciòn cultural, a fundar el mejor suplemento cultural del mundo, el màs bonito. Les adelanto, pa que no se enteren por terceros, el suplemento se llama Luna Amaril, y tiene al dìa de hoy 55 dìas de haber salido a la calle. Algún dìa la leerán y me daràn la razòn del desembarque.
Les platico acà en confianza que no me retiro triste ni cabizbaja, al contrario. Siete años y medio de talacha periodistica me ha enseñado que al periodismo (a los periodistas) en Chiapas, le (nos) hace falta crecer, que hay aùn muchos molinos que derribar, que el principal enemigo es la autocensura y la complacencia, que nos falta aùn mucho coraje para ir contra corriente, aunque ustedes me enseñaron que sí se puede.
Una vez, periodistas de la vieja guardia nos llamaron a los de mi generaciòn, “soñadores” sòlo por abrazarnos al propòsito de hacer un periodismo honesto, lejano al poder y a sus demonios, vamos, un oficio que se deba a la gente. Sè q no lo hemos logrado, nos falta mucho, pero justo para eso sirven las utopías, para seguir caminando… ya lo dijeron.
De este entrañable equipo aprendì mucho. Haber vivido esta aventura con cada un@ de ustedes fue mejor que un doctorado. Por ustedes y por los lectores que nos hayan seguido en este tiempo, vale la pena volver algún día, desde cualquier trinchera.
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