lunes, febrero 25

Dormir lejos de ti

Es dormir cansado, dormir sin dormir.
Dormir con un brazo dormido, acalambrado,
peso muerto sobre el pecho y asfixiando.
Es dormir para despertar cada quince, veinte,
diez minutos.
Abrazado a una almohada sin tu olor, anclado a una cama sin tu figura.
Es despertar cansado, hastiado, cansado otra vez.
Despertar sin ganas pero despertar,
por que la mañana es promesa de verte
y de intentar, una vez más e infructuosamente,
secuestrarte.
Dormir lejos de ti es no dormir,
es cansarme sobre la cama,
dar vueltas, prisionero de los remordimientos
por cada crimen cometido en las calles,
cada disparo, cada navajazo limpio y mortal.
Es reírme con el televisor encendido
y no leer un libro por que el interruptor de la luz
está muy lejos.
Dormir lejos de ti es un extraño insomnio:
son ocho horas de la noche que pasan sin pasar,
que son oscuras para todos menos para mí,
es tu luz que lejana, me delata que si duermes,
que estás abrigada y descansas,
que roncas aunque digas lo contrario.
Mientras yo no duermo, o duermo como si no,
duermo lejos de ti,
con frío, con calor, con hambre y sed, con rabia y aburrimiento.
Dormir lejos de ti no es dormir.

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