lunes, julio 6

Nothing.



Exquisito, como un atardecer visto mientras se disfruta de una buena bebida, resultaba el momento en que se encontraba. Todavía estaban tensos algunos músculos, no entendía muy bien lo que ocurría alrededor, pero aun así, estaba contento. Ya no arrastraba el hastío de los días anteriores cuando el exceso de deberes, las múltiples preocupaciones y una lista de deudas lo apresaban, simplemente era él y aquel momento en que vivía.
Eso de no entender del todo lo que ocurría tenía también qué ver con el hecho de no hablar el idioma del lugar. Pero uno siempre sabe cómo hacerse entender. Ése había sido su caso. Se había abierto paso primero por las carreteras, después entre enredadas calles que databan de unos tres siglos atrás y, finalmente, entre unos cuantos edificios hasta llegar a un punto en el que -sin saberlo de cierto- estaba seguro, que había encontrado al destino.
Sus ojos se habían tenido que arrastrar todavía entre paredes, picaportes, pasillos inexplicablemente luminosos pese a la falta de ventanas. Si hubieran sido blancos, se habría tratado de un hospital. Pero solo era un hostal. Quizá fuera el tragaluz que coronaba el patio interior de aquel edificio con rastros de casona prerevolucionaria. O las macetas de helechos que colgaban y que le hacían sentir estar en otro momento del tiempo. O simplemente la recompensa que hallaría al final.
Equivocarse de puerta, encontrar a una persona -el sexo qué más da- y, después de tanto tiempo, sonreír. Para sí mismo. No para el mundo que le había hecho esbozar la mueca tanto tiempo.
¿Quién diría que, después de huir del cataclismo, se encontraría con su reflejo?
- ¿Buscaba algo?
- Emm... nothing.

0 comentarios: