Señor López:
Antes que nada, debe usted saber que en la elección presidencial de 2006 decidí anular mi voto. Lo mismo hice en 2000, primera elección en la que pude participar y lo propio en las federales intermedias de 2003 y 2009.
Me llevó mucho tiempo comprender, así, comprender el movimiento anulista. La primera vez que rayé la boleta de lado a lado, lo hice porque ninguno de los candidatos de ese entonces (aquella histórica elección en la que triunfara Vicente Fox) me representaba ni proponía algo que a mí como novel ciudadano importara de verdad.
Yo descubrí el movimiento de voto nulo hasta las elecciones federales intermedias de 2009 y crucé todas las opciones de las boletas con gusto, consciente de lo que la protesta anulista representaba para mí, consciente además de que partidos ni organismos electorales o gobierno la tomarían en cuenta, pero que era mejor ofrecerles mi boleta anulada que un voto a un candidato o candidata que igual no me representaría, que igual haría con mi voto lo que históricamente han hecho todos los políticos de cualquier partido: desestimarlo y gobernar por sus gustos, con sus filias y fobias, desacatando el mandato constitucional de cumplir y hacer cumplir la ley.
Porque no creo que haya un solo mandatario o representante popular que haya cumplido con la protesta de ley que realizan cuando asumen el cargo. Ninguno. Ninguna. Todos nos han fallado en mayor o menor medida. Y de las promesas de campaña, mejor ni hablamos.
He sido un anulista porque creo que el sistema de partidos, como tal, ya no funciona. Porque creo que hay que cambiarlo. He sido un anulista junto con muchos y muchas otras porque creo que la política partidista actual no me representa y debe cambiar.
Y, no obstante, el próximo 1 de julio de 2012 yo voy a darle mi voto a usted. Sí, a usted señor López. Y le diré el por qué, pero antes, le diré cuáles no son las razones de que le otorgue mi voto:
No votaré por usted, señor López, porque simpatice con su forma de pensar, decir y hacer las cosas.
No votaré por usted, señor López, porque crea que el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) me representa.
No votaré por usted, señor López, porque crea en el fraude electoral de 2006.
Tampoco votaré por usted, señor López, porque le tenga fe, porque crea que sólo usted puede cambiar a México, porque sienta que usted es la esperanza de las y los mexicanos, porque en algún nivel de consciencia lo crea un líder nato, un estadista o el caudillo que todos los movimientos sociales del país necesitaban.
No es por eso, señor López.
Votaré por usted, señor López, sí, porque esta democracia fracturada, defectuosa e incluso, de poco fiar, es la única que tenemos por el momento.
Lo haré, señor López, porque he decidido creerle. No sólo a usted, sino al proyecto que plantea. No creo que pueda erradicar la corrupción, como plantea, pero sí que puede haber menos de ese lastre en este país al que quiero tanto.
Votaré por usted, señor López, porque la izquierda merece una segunda oportunidad por la vía de las urnas (la primera la tuvo el señor Cárdenas, en los 80's, y de no haber mediado la concertación, quizá hoy tendríamos otro México dónde protestar. Uno diferente, pues).
Votaré por usted, señor López, porque al igual que me hice responsable de mis votos nulos en el pasado, voy a ser mucho más responsable de mi "voto útil" este 2012, lo que significa que no estoy delegando el mandato en usted únicamente, sino que voy a hacer valer este voto cada uno de los 365 días de cada año durante el sexenio en el que usted, si el voto de la mayoría le favorece, será presidente.
Votaré por usted, señor López, no por la derecha ni por el centro, sino por la única opción de izquierda que queda, la partidista.
Por usted, señor López, pero con una clara advertencia de por medio:
Nosotros, nosotras, anulistas o simpatizantes, opositores e indecisos, jóvenes y viejos, mujeres y hombres que decidamos el llamado "voto útil" a su favor, no le daremos respiro. Habrá de aguantar la crítica, la exigencia, la demanda, porque las críticas, exigencias y demandas que otros desoyeron, usted habrá de soportarlas, atenderlas y solventarlas. No espere aplausos de nosotros, los que en esta última hora hemos decidido apoyarle, espere la exigencia que ha de estar a la altura del puesto al que hoy, usted, aspira.
Y, eso sí, no celebraré su victoria si es que el voto de la mayoría lo elige presidente. No, no voy a salir a las calles con banderines feliz por la derrota de las otras opciones. Al contrario. Yo, desde mi más humilde trinchera, me arremangaré la camisa y trabajaré por el México que en su propuesta se esboza. Un México que requerirá del esfuerzo de cada uno de las y los mexicanos. Yo sé que las cosas no se van a resolver mágicamente cuando usted asuma, sino que, por el contrario, vendrán tiempos de muchos cambios, algunos que no serán fáciles ni bien recibidos. Sé también que el resultado de este cambio se dará en el largo plazo. Lo sé.
Precisamente por ese México diferente del futuro, voy a votar por usted. Con la esperanza de que, más allá de las urnas, todos y todas nos hagamos responsables del país, este México que hoy más que nunca, necesita de la ciudadanía.
Tendrá mi voto, señor López, y no espero de usted ni las gracias. Espero que, de verdad, junto al resto de las y los mexicanos que le apoyemos, trabajemos para que las cosas por fin y de una vez, cambien para bien.
Y votaré por usted, señor López, incluso con la esperanza de que, quienes no lo hagan, se decidan en algún momento a dejar de lado las fobias que medios y partidos han cultivado durante los últimos años y tomen en sus manos la responsabilidad que implica ser ciudadano. Una responsabilidad de tiempo completo y que yo, también, desde este humilde espacio, pretendo ejercer no sólo cada seis años en las urnas, sino toda la vida.
Atentamente
Un anulista.
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