jueves, diciembre 31

No demasiado, no mucho tiempo


No estés triste, no demasiado, no mucho tiempo.
Este brazo izquierdo acalambrado también tiene una vena
que va directo al corazón,
y ese viento que ha soplado en tus oídos por la tarde
también conoce el camino de la vena
y viene a mí como una hermosa daga,
una sonrisa helada que hace nido en mi pecho.
No te desesperes porque el paisaje da vueltas
como el fondo repetido e infinito de un dibujo animado,
no te enojes con ese absurdo escenario
y su vértigo,
si vos tienes dedos con los cuales
sacar de sus cuencas los ojos a la realidad.
Sabes morder y arrancar y desgarrar,
¿lo ves?
Tantas armas que resulta inútil perder esperanza.
Tampoco te va a hacer falta mi fantasma
para poner bajo tu afilado talón lo que del pecho queda.
Ni este ardor en el rostro
y tampoco esta hambre.
Mi ropa todavía puede absorber un sollozo
antes de que se acabe el año.
No estés triste, no demasiado,
lo justo es poco.
Aún falta brindar por las tormentas que vienen,
y por la devastación evitada mientras dejamos,
en perfecto equilibrio,
una rama en medio del dedo índice.
Falta todavía que veamos cómo arde el mundo.
Y entre eso y hoy, hay mucho.

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