martes, septiembre 18

Despierta. II

Un error de sincronización le hizo pensar que había atrapado a Arian en el último momento. Ese equipo le había causado problemas por toda una semana y por un segundo pensó que podría eliminarlos. Aquella había sido sin duda la cacería más emocionante que había realizado.
Había logrado encontrar a Thais el último día merodeando el Server de Hexagesa. La había sacado de la línea y se hizo pasar por ella en el mensajero intentando ganar tiempo para atrapar a Arian.
De alguna manera, Arian le había hallado primero.
Repasó sus
movimientos. La había sustituido en todo. Incluso había logrado piratear los programas que estaban usando para evadirle. Le intrigaba la forma en que el llamado “Ghost” había sido ejecutado la última vez.
“Movida astuta”, pensó.
Giró la silla sobre su eje y vio la mitad de sus computadoras, con un cuadro de alerta en color rojo, completamente inútiles luego de que Arian irrumpiera en ese sistema. Había tenido que sacrificar su posición para ganar tiempo. Una pérdida muy alta tomando en cuenta que solo logró la mitad de su objetivo.
El pago por aquel trabajo le serviría apenas para reponer ese equipo.
“De todas maneras, empezaba a ser obsoleto”. Las palabras salieron entre dientes mientras encendía el cigarrillo.
Abrió el ordenador por
tátil y usó la conexión independiente. Revisó el último estado de cuenta y allí estaban los cinco millones prometidos. Quizá, luego de reponer los ordenadores, sobrara un poco de dinero. Estaba siendo optimista.
El teléfono sonó en ese instante.
- Ey.
- Fallaste.
- Solo a medias – el humo del cigarro salió con fuerza, como si intentara expresar una inconformidad a su interlocutor. En realidad, se sentía relajado. Un ligero temblor de adrenalina atravesaba su espalda.
- El dinero está en tu cuenta. Trabajo terminado.
La comunicación terminó y Zac tiró el teléfono a un sillón cercano. Al ponerse de pie, retiró el abrigo del respaldo de su silla de trabajo y salió a la calle.
Afuera la gente caminaba como siempre: apresurada para ir a ninguna parte. Daba lo mismo. A donde fueran, solo tenían dos opciones: trabajar o descansar. Zac se complacía a sí mismo pensado que era diferente. Que él podía hacer otras cosas. Quizá esa noche visitara el club. Pero primero iría a ped
ir el nuevo equipo. Después de todo, se había ganado el update del mes.
Frente a la puerta de la Armería, había un puesto de comida. Compró una salchicha y atravesó la puerta mientras daba la primera mordida. Desde el mostrador, un sujeto lanzaba gritos hacia alguien que se encontraba en la parte trasera.
Vio la mercancía en los estantes, como si algo pudiera interesarle. El hombre tras el mostrador volteó a verle y su rostro cambió de pronto.
- ¡Zac, por fin! Me han llegado cosas nuevas, debes verlas. Son lo último en…
- Déjame ver la armería – dijo a secas el visitante dando un bocado más.
El dueño del lugar era Erick, un sujeto entrado en años pero de expresión jovial. Dio la vuelta al mostrador y se acercó a una puerta y dejó pasar a Zac.
Era un cuarto el doble de grande que el negocio anterior. Unas pocas luces iluminaban el lugar hasta un corredor que daba a una bodega de tamaño a un mayor en la parte de atrás del edificio.
- Y ¿qué nec
esitas esta vez? Tengo un par de cosas nuevas que …
- Quiero actualizar mi equipo.
Erick guardó silencio unos segundos.
- ¿Cuánto necesitas?
- Es la mitad de mi estación.

- ¡La mitad! ¿Qué te hicieron? – el comerciante soltó una discreta carcajada. Sabía lo que aquellas palabras significaban – te dije hace un par de semanas que te llevaras recursos más recientes, pero no quisiste.
- No importa. Puedes ir por la basura.
- Mandaré a alguien.
Zac caminó entre los estantes y fue señalando cosas. Erick empezaba a apuntar en una tabla. Después de unos minutos tenía una larga lista. Tecleó sobre la tabla un par de veces y anunció el total.
- Son… tres millones 100 mil.
Zac giró sobre sus talones y se quedó frente a Erick sin decir palabra.
- Te tomar
é el equipo viejo a cambio… te parecen…
- Lo que digas. Solo lleva el equipo hoy.
Zac salió del lugar mientras los gritos de Erick se alzaban dando instrucciones para transportar el equipo. Mientras caminaba, sonreía. El, después de todo, no era como los demás. Pensaba en que su presencia en este mundo no estaba sujeta al mero ciclo de existencia que compartían los demás.
Le gustaba pensar de aquella manera. Le gustaba sentirse dueño de los pasos que daba. De su suerte, echada cada vez que se encendía la pantalla del ordenador.
Alguien pasó a su lado golpeándole con el hombro. El sujeto siguió de largo sin voltear. Zac se detuvo, decidiendo si le devolvía el golpe, esta vez de frente, o seguía su camino hacia el club. La silueta le parecía conocida.
- Es Sync, ¿lo recuerdas?
Sin que él se percatara, una mujer se había puesto a su lado. La reconoció de inmediato.
- Hacía mucho que no te veía, Krysta.
- Anda en cosas raras.
- ¿Sync?
- Cosas muy raras. Creo que finalmente se volvió loco.
- Demasiado cobre.
- Quizá, o puede ser otra cosa.
- Conozc
o a más de uno que ha quedado peor por consumir el Cuprum. Debe ser eso.
- Yo lo usaba… y tú conmigo. ¿Recuerdas?
- Viejos tiempos.
- No fue hace mucho. – Krysta sonrió, Zac lo pudo percibir de reojo.
- Voy a un club. ¿Unos tragos?
- ¿Porqué no?

* * * * *

Un sabor metálico en la boca fue lo primero que percibió cuando se abrieron sus ojos. Tirados a un costado de la cama, varias tiras vacías de Cuprum le ayudaron a recordar vagamente lo que había pasado la noche anterior. Le bastaría ver el video de vigilancia para saber por completo la forma en que había pasado la noche.
Por el cuarto había huellas del paso de Krysta. Hacía tanto que no se veían.
Sentía como si su cabeza hubiera estado sumergida en hielo. Era uno de los muchos efectos secundarios de la droga. Poco a poco los recuerdos irían llegando y sería hasta mañana cuando su cuerpo se sentiría como un completo desastre.
“Maldita porquería”. Pero el rostro de Zac tenía una sonrisa. Aún estaba bajo los efectos del Cuprum. Así seguiría por varias horas.
Seis tiras en el piso. Cada una por 100 mil. Se había gastado al menos 600 mil solo en droga. Él solo quería unos tragos.
Un escalofrío llegó acompañado de un recuerdo de la vigilia. El cuerpo de Krysta. Sus sentidos magnificados aún en la memoria. El contacto. El final inalcanzable.
“Maravillosa mierda”.
Se colocó los pantalones mientras se dirigía a un panel escondido en la pared. Luego a la primer computadora de la fila que aún servía. Erick ya había llevado desde la tarde anterior el equipo nuevo y solo bastaba oprimir un par de botones para echarlo a andar. Erick era bueno en su trabajo después de todo.
Empezó a reproducir el video. Fast-Forward en las escenas sin importancia. Había una charla. Quiso escuchar.
- …Sync no es el primero. Parece que ya tienen lista esa cosa, sea lo que sea. Están reclutando. ¿De donde sacaste todo ese dinero?
- Un trabajo – era su voz diciéndolo desde la pantalla.
- La próxima vez, quizá no solo pierdas tus computadoras.
Zac detuvo la cinta. Un ligero aumento en la presión sanguínea provocó que los remanentes de la droga llegaran con mayor rapidez a todas partes de su cuerpo. Se recostó en el sillón, pensando. Podría repasar la cinta después, tratar de hallarle sentido.
Un sonido lo sacó de su trance. El teléfono estaba sonando. Intentó localizar el sonido y se dirigió a la cama. Entre las sábanas, el aparato emitía luces a ritmo constante.
Luego de presionar un botón llevó el auricular al oído.
- Tendrás un nuevo trabajo. Paga doble. ¿Aceptas?
Las últimas contrataciones siempre habían sido así. No eran como de costumbre. Entre el grupo, siempre se contactaban para irrumpir los servidores objetivo, pero alguien con nombre pedía el trabajo, nunca se hacían las cosas a ciegas. Desde hacía un tiempo las cosas estaban cambiando. Había mucho dinero pero no se sabía quien lo pagaba. No parecía importar. Quizá era tiempo de que alguien le diera importancia.
- Acepto.
- Tendrás los detalles en dos semanas.
La comunicación terminó. Era tiempo de que a alguien le importara lo que estaba pasando. Pero quizá no sería él.

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